
El Antiguo Testamento comienza con la creación de Adán y Eva, el primer hombre y la primera mujer. Después, relata brevemente la historia de la posteridad de Adán y Eva hasta la época de Noé, cuando un gran diluvio destruyó a todas las personas y los animales con excepción de Noé, su familia y los animales que había en el arca. Una vez terminado el relato de la historia de Noé, el Antiguo Testamento registra brevemente los acontecimientos que precedieron a la vida de Abraham, que entró en convenios (promesas sagradas) con Dios y recibió promesas especiales de Él concernientes a su posteridad. Las promesas que Dios hizo a Abraham se llaman el “convenio abrahámico” (véase “Abraham, convenio de” en la Guía para el Estudio de las Escrituras). El convenio abrahámico continuó con Isaac, hijo de Abraham, y con su nieto Jacob, a quien el Señor le cambió el nombre por el de Israel. Luego, el Antiguo Testamento registra los tratos de Dios con Su pueblo del convenio, los descendientes de Jacob, a quienes se les llamó la “casa de Israel” o los “hijos de Israel”
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